Italia vivió durante la década del 70 su crisis política y social
más grave desde la II Guerra Mundial. No en vano este decenio es recordado como
los “años de plomo” (anni dei piombi), denominación que se emplea normalmente
para definir momentos históricos especialmente convulsos e inseguros.
A la
crisis económica mundial, que favoreció el aumento del desempleo y la
inflación, tenemos que sumar la intensa actividad terrorista de muchos grupos
de corte revolucionario, siendo el más prominente el conocido como “Brigadas
Rojas”, que consiguió condicionar la agenda de la clase política italiana en la
segunda mitad de la década.
Fueron años difíciles, también en el plano económico. A
mediados de los 70 se hizo evidente que existía una manifiesta escasez de
moneda de bajo valor. Esta escasez tiene seguramente su origen en la
depreciación de la lira italiana, que provocó que el valor del material de las
monedas de 50 y 100 liras (una aleación de hierro, cromo y níquel) superara su
valor nominal.
Los comercios resultaban especialmente perjudicados por esta
escasez, lo que les obligó a hacer de la necesidad virtud y poner en práctica
soluciones de lo más variopintas. Algunos grandes almacenes pusieron en
circulación fichas de plástico para ser canjeadas solo en sus dependencias.
Comercios más pequeños hicieron uso de artículos de pequeño valor (por ejemplo,
caramelos) cuando se veían incapaces de devolver el cambio a sus clientes. Las
fichas de teléfono que se utilizaban entonces en las cabinas públicas
circularon como una moneda más entre el público.
En 1975 se dio con una solución práctica para
hacer frente a la escasez de moneda, cuando las entidades bancarias pusieron a
disposición de los comercios unos pequeños cheques (assegni en italiano) por
valores que oscilaban entre las 50 y las 350 liras en incrementos de 50. Nacían
así los mini cheques, emitidos por más de 30 bancos entre 1975 y 1978 por un
montante superior a 200 mil millones de liras.Dado que eran los
bancos los encargados de emitirlos, tienen la peculiaridad de parecerse a los
cheques.
En 1978 el gobierno italiano consiguió producir la cantidad
necesaria de monedas de bajo valor que ponía fin al empleo de sucedáneos, no
obstante la enorme variedad de mini-assegni (se conocen más de 800) resultó ya
entonces un verdadero atractivo para los coleccionistas. De hecho, muchos de
estos billetitos no fueron jamás canjeados, para alegría de los bancos emisores
que encontraron así un inesperado beneficio.
Fuente http://curiosidadesnumismaticas.blogspot.com.ar/
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